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El jefe de los espías estadounidenses pide ayuda a los hackers del Defcon
Fuerte arranque de la conferencia hacker Defcon, con una conferencia a cargo del director de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense, el general Keith Alexander, la primera vez que un responsable de la NSA acude al evento.
Termina la conferencia Black Hat 2012 más enfocada a seguridad corporativa y comienza el Defcon, el mayor evento hacking mundial y que este año celebra su vigésima edición.
Y comienza con gran fuerza ya que es la primera vez que alguien de la NSA acude a una de las conferencias. Y no es cualquiera, sino el jefazo de la agencia y responsable del comando cibernético estadounidense. Una visita posible ya que el fundador de Defcon, Jeff Moss es consultor de la NSA además de responsable de seguridad de la ICANN.
El general no decepcionó a una audiencia expectante y masiva, mostrando que algo está cambiando en las relaciones entre gobierno y hackers tras dos décadas de desconfianza. En un contexto de incesante ciberespionaje a empresas y agencias gubernamentales con vulnerabilidades y exploits afectando a infraestructuras críticas, limó asperezas y pidió ayuda:
«Defcon es la mejor comunidad cibernética mundial… En esta sala se encuentra el talento que necesitamos para asegurar el ciberespacio… Ustedes saben que pueden proteger las redes, las libertades civiles y la privacidad… Ustedes pueden ayudar a conseguirlo».
«Podemos quedarnos al margen y dejar que otros que no entienden este espacio nos digan lo que hay que hacer… o podemos ayudarles a desarrollar la estrategia. Esta es la verdadera razón por la que vine aquí. Para solicitar su apoyo. Ustedes tienen el talento y la experiencia», indicó el director del NSA en unas declaraciones impensables hasta hace muy poco.
También hubo tiempo para alguna declaración que pocos creyeron, cuando a una pregunta si la NSA espiaba a ciudadanos estadounidense respondió que era un «absoluto disparate». Algo que han denunciado distintas organizaciones que sospechan un espionaje masivo con 1.700 millones de comunicaciones electrónicas interceptadas a diario en Estados Unidos sin orden judicial ni control, facultadas tras los atentados terroristas del 11 de septiembre.